A sus 98 años, a Nati Fernández se le iluminan los ojos y el corazón comienza a latirle a mayor velocidad cada quince días. Es la emoción que le embarga al saber que pronto verá a su amiga del centro Santiago IV. A la joven le ocurre algo similar, tras un año de contacto han logrado crear un vínculo tan fuerte que son casi como abuela y nieta.
El encuentro se produce en nuestro centro Tercera Actividad de Valdelafuente (León). “Este tipo de actividades son esenciales y tratamos de fomentarlas al máximo”, comenta Libertad Páramo, directora de Tercera Actividad León, “para ellos son muy importantes, puesto que, suponen una ventana abierta al mundo exterior, que les pone en contacto con la sociedad”.
Un intercambio intergeneracional quincenal que enriquece a cada participante, tanto a los residentes como a los jóvenes del centro Santiago IV. “El objetivo final es que creen un vínculo, que compartan experiencias, que socialicen”, explica Natalia Tejerina, educadora social en Tercera Actividad. Y, vaya si lo consiguen, tanto es así, que la joven compañera de Nati, por ejemplo, ha sufrido su hospitalización, se ha preocupado por ella y le ha enviado ánimos a modo de carta o a través del equipo del centro residencial.
Pero, ¿qué hacen cuándo están juntos? Múltiples cosas, tanto los técnicos del Santiago IV como los de Tercera Actividad procurar buscar actividades que puedan desarrollar de modo conjunto, sencillo y que resulten entretenidas. Así, por ejemplo, han plantado flores compartiendo consejos sobre poda, cuidados o riego. Han participado en unas jornadas deportivas intergeneracionales poniendo en práctica sus habilidades, capacidades y motivación para superar retos. Han compartido almuerzos, charlas, han aprendido los riesgos de un consumo excesivo de azúcar y, cómo no, han cantado juntos. Es más, los jóvenes del Santiago IV llegaron a componer un villancico para sus amigos de Tercera Actividad con letra personalizada y basada en la experiencia que da el roce y la cercanía.
Tampoco han faltado las manualidades: han creado postales de navidad o disfraces de carnaval. En realidad, lo importante no es el qué, sino más bien el con quién y, en este caso, la combinación, pese a la diferencia de edad o quizá, debido a ella, no ha podido ser más acertada. “Para los jóvenes es una de sus actividades favoritas, les encanta compartir momentos con los mayores y lo valoran tanto que cuando regresan a casa no paran de hablar de ello”, aseguran desde el centro Santiago IV.
Al fin y al cabo, como reza el lema de Tercera Actividad, “no hay edades, sino experiencias” y, sin duda, ésta es una de ellas, cargada de emoción para los participantes y para quienes, en la distancia, observan como, cada quince días, al llegar la furgoneta del Santiago IV, una joven desciende con premura, casi con prisa, la de quien no quiere ni puede esperar un segundo más para darle un abrazo a su compañera, a su amiga, a su “abuela”, Nati, que, igualmente, cada semana, cuenta las horas para poder encontrarse de nuevo.
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