No nos hace falta ningún otro título. Montse es un ejemplo claro de que “no hay edades, sino experiencias”. Mujer activa, vital e independiente, lleva poco más de un mes en nuestro centro Tercera Actividad de León. Su estancia es temporal, durará el tiempo necesario para recuperarse tras su operación. De momento, ya ha demostrado que, pese a las adversidades, no se le pone nada por delante, el talante y la voluntad son sus mejores aliados a la hora de superar retos y cumplir sueños.

Hija de médico, nació, casi por casualidad, en Villalobar, pueblo en el que su padre estaba destinado aquel 25 de julio de 1952. No guarda muchos recuerdos de aquellos tiempos, salvo que era feliz y debía ser “un poco trasto” o, quizá,inquieta. Siempre le gustó estudiar, estuvo interna en las Dominicas, seis años, hizo el Bachiller y la prueba de acceso a la Universidad, pero encontró trabajo en ENASA, empresa dedicada a la reparación y venta de camiones, y dejó los estudios, muy a pesar de sus padres y de ella misma, que siempre tuvo clavada la espinita de seguir estudiando.

Con 40 cumplidos, se quedó en paro y, ni corta ni perezosa, decidió hacer algo que siempre le había gustado, estudiar un FP de auxiliar de clínica y enfermería. Se le quedó corto y también se sacó la especialidad como técnico de rayos, lo que le sirvió para trabajar en distintos hospitales y clínicas de León. Todo con el apoyo de su esposo Francisco o Miki, su apodo de radioaficionado, a quién quiso con locura y que la dejó antes de lo previsto. Fue duro, pero, con la valentía y el arrojo que le caracterizan, Montse supo salir adelante, gracias al apoyo de una buena amiga y su fuerza de voluntad, volvió a apuntarse a la Universidad para Adultos e incluso se animó a asistir a clases de baile. “No me aburro, cuando estaba sola en casa, además de bailar y asistir a clases, cuidaba de mis plantas que me dan la vida y si no cosía”. Aficiones que espera recuperar más pronto que tarde.

Y es que, su proceso de rehabilitación en Tercera Actividad ha sido asombroso, “la primera sorprendida soy yo”, asegura, “nunca pensé que tenía tanta fuerza”. Ha contado con el apoyo de todo el equipo, pero muy especialmente de Marta, la fisioterapeuta, con quien trabaja casi a diario. “Noto que ando más ligera, me canso menos”. Fue la trabajadora social del hospital quien le recomendó Tercera Actividad para su proceso de rehabilitación, junto a otros tres o cuatro centros. “Los visité todos, pero en cuanto vi los jardines que tenían aquí y conocí a Libertad, la trabajadora social, que me lo explicó todo estupendamente, lo tuve claro y ahora sé que no me he equivocado, estoy muy contenta aquí”. Casi tanto, como el equipo con ella, ¡cuánto se la va a echar de menos cuando se recupere por completo! y ¡cuán orgullosos y contentos de que pueda retomar su vida, su independencia y siga siendo, como hasta ahora, ejemplo de que “no hay edades, sino experiencias”!