Cada jueves, Ángela Soria Calderón, fisioterapeuta de Tercera Actividad Aguilar de Campoo, acude a la piscina municipal en un vehículo adaptado con su tocaya, Angelita. Durante media hora, realizan diferentes ejercicios para mejorar la capacidad motriz, la fuerza y la movilidad. Los beneficios de la hidroterapia son evidentes para ambas.
“Hace unos meses cuando comenzamos con las sesiones, Ángelita tardaba casi 20 minutos en ir andando de un lado al otro de la piscina”, recuerda la fisioterapeuta, “ahora es capaz de hacer el mismo recorrido en apenas un minuto”. Angelita asiente con la cabeza y asegura que desde que va a la piscina se siente mucho mejor y tiene menos dolores.
Ver a estos dos “ángeles” en acción es un auténtico regalo, irradian cariño, confianza y felicidad en cada movimiento. En el agua no hay gravedad y es más sencillo realizar determinados ejercicios que en el suelo o en tierra firme serían imposibles. De hecho, la idea de acudir una vez a la semana a la piscina municipal surgió porque en las sesiones en el centro residencial, en seco, los avances de Angelita eran casi imperceptibles, “nos habíamos estancado”, reconoce su acompañante.
Relajación y mejorar del equilibrio
La mejora de la capacidad motriz de Angelita es fácilmente perceptible, incluso la socorrista de la piscina se ha dado cuenta, “ha avanzado mucho desde que llegó en octubre hasta ahora”, asegura. Y no solo ha mejorado su movilidad, también su equilibrio e incluso su ánimo. “El agua tiene un efecto balsámico y relajante; además la piscina cuenta con chorros que le masajean mientras camina y se mueve”, comenta la fisioterapeuta.
Una silla elevadora permite a Angelita salir y entrar con facilidad en el agua, con la ayuda de su monitora. Además, pueden utilizar material como pesas o tablas para dinamizar los ejercicios activo-resistidos que contribuyen a mejorar la función motora, fuerza muscular, la coordinación y reacciones de equilibrio, “trabajo indispensable para reeducar la marcha y mantener las capacidades físicas de la persona de edad avanzada”.
En este caso, la adaptación ha sido muy sencilla, dado que Angelita era hace años una asidua de la piscina, le encanta nadar. Hoy, el agua le ha devuelto parte de la vitalidad que le había arrebatado el tiempo. De hecho, en Tercera Actividad, ya la conocen cariñosamente como “la sirenita”. Un ángel que demuestra, semana tras semana, que “no hay edades, sino experiencias”.
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