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Tercera Actividad: innovar con pequeños gestos

Tercera Actividad: innovar con pequeños gestos

Nuestros Mayores Viajeros, Vallespinoso

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando oyes hablar de “innovación”? Posiblemente, nuevas tecnologías, cuantiosas inversiones y productos novedosos. Lo cierto es que usamos tanto la palabra que, quizá, la hayamos desgastado, logrando que pierda buena parte de su significado original. Innovar consiste en crear algo nuevo, sí, pero también en modificar aquello que ya existe para mejorarlo. Aunque, evidentemente, es mucho más fácil lograrlo cuando cuentas con los recursos y medios necesarios, en este artículo queremos demostrar mediante ejemplos que muchas veces tan solo se necesita una buena idea, una pequeña acción y el compromiso de un equipo.

Hablaremos, además, de un ámbito concreto, aquel en el que trabajamos, la atención social, el cuidado de las personas mayores y/o dependientes. Un sector en el que la innovación ha sido esencial en los últimos tiempos y, muy especialmente, a raíz de la pandemia que nos ha obligado a adaptarnos a marchas forzadas para garantizar la calidad de nuestro servicio, pensando en quienes constituyen nuestro mayor cuidado: las personas a las que atendemos.

Durante meses hemos sufrido la “criminalización” de los centros residenciales, se ha puesto en tela de juicio el trabajo de nuestros profesionales, se nos ha culpabilizado del fallecimiento de las personas a las que cuidamos. Vivimos, además, en una sociedad, en la que constantemente, nos imponen cánones de belleza y excelencia. Para triunfar has de ser joven, estar bien preparado y, si es posible, además, tener atractivo y don de gentes. ¿Cuántos anuncios recuerdas en los que los protagonistas sean personas mayores de 60 años o personas con diferentes capacidades? Vale, es cierto que, se cuenta con modelos mayores a la hora de anunciar productos que evitan las pérdidas de orina, los que previenen la caída del cabello, los seguros de vida o los de accidentes, por citar  tan solo algunos ejemplos e incluso en estos casos la edad de los protagonistas se va reduciendo tanto que es frecuente ver a jovencísimas modelos anunciando cremas antiarrugas, cuando lo más apropiado sería, quizá, promocionar una anti acné. ¿Cuántos mayores protagonizan el anuncio del último modelo de coche, de un perfume, de una marca de ropa, de un viaje de ensueño o de una bebida? ¿Cuántas películas o libros conocéis que traten de una forma adecuada a las personas mayores? ¿Por qué decimos todo esto? Porque la innovación pasa también por modificar lo que ya existe y es obvio que en la sociedad actual, en pleno siglo XXI, cuando hablamos de una sociedad inclusiva y participativa, es nuestro deber cambiar el concepto negativo y preconcebido que tenemos de la edad y la dependencia.

A menudo oímos en los medios de comunicación, en nuestro día a día, las palabras “anciano, viejo, discapacitado”, empleadas, quizá, sin malicia, pero sin tener en cuenta su connotación negativa. Una persona no es vieja, ni anciana, simplemente es mayor,  tiene más experiencia y posiblemente mucho que aportar. Alguien que no ve, que tiene dificultades auditivas, de movilidad o cognitivas, no es un discapacitado, sino que tiene unas capacidades diferentes a las del resto. De hecho, si lo piensas, todos llegaremos a ser mayores – el tiempo no pasa en balde – y todos tenemos alguna discapacidad, porque en mayor o menor medida siempre existe algún sector o área en la que nos desenvolvemos con mayor dificultad. Quizá sean ejemplos algo extremos, pero son esenciales para entender que ésa es la primera innovación que podemos y debemos aplicar en nuestro día a día: el respeto y la empatía hacia lo diferente.

Reivindicaciones al margen, hay otras muchas acciones que no requieren de grandes presupuestos, sino más bien, de pequeños gestos. Por ejemplo, ser conscientes de que trabajamos con, por y para personas que tienen nombre, apellidos, que son diferentes y que tienen metas y objetivos muy diversos. Innovar en atención social es ser capaz de ayudarles a cumplir sus proyectos de vida. Dejar a un lado el modelo asistencial, en el que cuidas, para apostar por uno existencial, en el que acompañas y facilitas. Es lo que hacemos día a día, en nuestros centros Tercera Actividad. ¿Cómo se logra? Consiguiendo que se sientan útiles y dueños de sus vidas, conectándoles con la sociedad que los rodea, haciéndoles partícipes del día a día de su entorno. Y creednos cuando os decimos que para lograrlo tan solo hace falta una buena idea y el compromiso de un equipo. Vamos con algunos ejemplos cercanos. ¿Cuántas veces has oído hablar de que las nuevas tecnologías constituyen una barrera para los mayores? Que no saben usarlas, que están desconectados… Es cierto que su generación no nació como otras con un móvil bajo el brazo, pero, también lo es que pueden adaptarse y que gracias a esas nuevas tecnologías nos ha sido posible mantener el contacto con familiares y amigos durante los meses de pandemia. Las videollamadas han sido para ellos ventanas de conexión con el exterior. Incluso nos han permitido mantener vivos programas como Conectado Corazones, que nuestro centro de Aguilar de Campoo desarrolla con el colegio San Gregorio y que consiste básicamente en conectar a los jóvenes del centro educativo con las personas mayores que residen en Tercera Actividad, para que puedan compartir ideas, experiencias y momentos. Las actividades intergeneracionales son vitales e implican un aprendizaje por ambas partes.

Conectando Corazones-Juegos en Tercera Actividad Aguilar

Aunque siempre hemos fomentado la conexión con el entorno, en estos últimos tiempos estamos haciendo más hincapié que nunca en ello. Así, por ejemplo, en nuestro centro de León se ha propiciado la visita a lugares tan emblemáticos como la Casa Botines o se les ha llevado a la finca “Caminando con Caballos”, todo ello con un objetivo muy claro: lograr no solo que conecten con el exterior, sino también que vivan una experiencia enriquecedora. En Aguilar de Campoo han podido visitar el centro expositivo Rom, ubicado en el monasterio de Santa María la Real e incluso se han convertido en “nuestros mayores viajeros”, dado que durante el verano, llevamos a cabo un programa para acercarles, aunque solo fuese por una tarde a sus pueblos de origen.

Podríamos poner infinidad de ejemplos más, desde concursos infantiles, a exposiciones o participación en proyectos de cooperación. Unos y otros, tienen un denominador común: creer y ser conscientes de que las personas son el centro de todas y cada una de nuestras actuaciones. Como decíamos al principio, nuestro aporte a la innovación no radica en inventar algo nuevo, sino en cambiar lo ya existente para mejorar la vida de las personas a quienes cuidamos. Para lograrlo investigamos, formamos a nuevos profesionales, colaboramos con otras entidades, instituciones y centros especializados, llevamos a cabo una labor educativa y de sensibilización social. ¿Nuestro próximo reto? Lograr que quienes lo deseen puedan permanecer el mayor tiempo posible en sus casas, en su entorno más cercano. En ello estamos y para ello hemos puesto en marcha servicios como “Contigo en casa”, conscientes de que “no hay edades, sino experiencias” y lo mejor es compartirlas.

Un artículo de Marimar Espartero y Carmen Molinos (Fundación Santa María la Real)