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No hay edades, sino experiencias: Valeriano, el hombre viajero

No hay edades, sino experiencias: Valeriano, el hombre viajero

Valeriano, Tercera Actividad León

Apenas lleva dos semanas en Tercera Actividad León y asegura que se siente “muy a gusto”. Tiene 85 años y se encuentra bien física y mentalmente. Es el vivo ejemplo de que “no hay edades, sino experiencias”. Valeriano suma unas cuantas y muchas de ellas las ha pasado al volante. 

Siempre ha sido un hombre afable y muy activo. Nació el 1 de junio de 1936 en el pueblo de Torrebarrio, aún en León, pero muy próximo a Asturias. De hecho, se le nota en el acento. “Éramos una familia humilde”, recuerda, “mis padres, mis tres hermanas y yo”. Su padre era pastor, tenía unas cuantas ovejas y algunas vacas, no muchas. Cuando necesitaba cruzar alguna vaca tenía que pedirle el favor a alguno de los vecinos más ricos del pueblo y a cambio, “Valeriano se ocupaba de atender a sus ovejas, así que, muchos días falté a la escuela, había que sobrevivir”, comenta. Pese a todo, acudió al colegio hasta cumplir los 14 años, entonces no le quedó más remedio que ponerse a trabajar. 

Empezó de “rampero” junto a un picador en una pequeña mina cercana al pueblo y de ahí pasó a Somiedo, Asturias. Con 21 años hizo la mili y aprovechó para sacarse el carnet de camionero, lo que le sirvió para encontrar un nuevo empleo como conductor de camiones y autobuses para diferentes compañías. A su mujer, María Luisa o Marisa, la conoció con 23 años, cuando iba a cargar carbón a un pueblo cercano al suyo. Junto al lugar de carga había una fuente a la que las mozas se acercaban a coger agua. Entre risas y bromas, entabló conversación con ella. “Le pregunté si en aquel pueblo había baile”, recuerda, “enseguida me respondió que sí, pero que sus padres no le iban a dejar ir conmigo porque solo tenía 16 años, ¿y a dar un paseo y tomar un café?, insistí. Eso sí le dejaron y así empezamos”. Esperaron unos años para casarse, pero lo hicieron y tuvieron dos hijos, José Luis y Manuel Ángel. De los que, hoy, se muestra muy orgulloso. 

A Marisa se la llevó un cáncer hace seis años y con ella se fue parte de su vida, “era una mujer encantadora y muy trabajadora”, asegura. En alguna ocasión, le acompañó en sus viajes por España y por Europa. Y es que tras 45 años trabajando como conductor, Valeriano lleva millones de kilómetros a sus espaldas, recuerda viajes a Sevilla, Madrid, Coruña, Valladolid, pero también a Bélgica y otros países europeos. 

Kilómetros al volante y en bicicleta, su gran pasión. “Antes de llegar a la residencia recorría unos 70 kilómetros diarios”, comenta, quizá por ello se mantiene en tan buena forma. Es, posiblemente, de las pocas cosas que echa de menos en Tercera Actividad, su bicicleta y la libertad para poder salir y visitar a sus amigos de la ciudad. “Ya he pedido que me traigan la bici”, afirma. Esperamos que sea pronto. Mientras tanto, para entretenerse, ayuda a Alain, el responsable de mantenimiento, a cuidar los jardines, pintar, limpiar o lo que haga falta, “si puedo echar una mano en algo, no me lo pienso, me entretiene”. Otra cosa que no descuida, llamar cada noche a su hermana Josefina, que vive en Gijón con una de sus sobrinas, “cómo no voy a hacerlo si es la única hermana que me queda”