El vivo retrato de la felicidad, ¿no os parece? Es, al menos, lo que transmite esta fotografía y ella misma. Cierto que su mente ya no es lo que era, que apenas recuerda su día a día y que todo lo que vais a leer lo sabemos por su sobrino Federico o Fede. No importa, pese a todo, María Concepción, Mai, sigue siendo una mujer inquieta, afable y activa, como reza el título.
Nació, como sus cinco hermanos, en la Vid de Gordón, un 9 de diciembre de 1932. Está a punto de cumplir 90 años y hasta no hace tanto, este ha sido su lugar de referencia y su sitio de vacaciones. Allí ha pasado fines de semana, fiestas y veranos, en compañía de hermanos y sobrinos, como Fede, quien hoy, nos cuenta su historia. “Vivió en mi casa, con mis padres y otra hermana. Era muy cercana, muy cariñosa, como una segunda madre”, recuerda.
Estudió trabajo social. “Mi abuelo fue un hombre muy emprendedor. Marchó a Cuba a ganarse el pan. Comenzó durmiendo en el mostrador de la carnicería donde trabajaba y acabo fundando su propia cadena de carnicerías en la isla”. Regresó a España con una “pequeña-gran fortuna” y con el firme propósito de dar estudios a todos sus hijos. Lo logró o casi. Se llevó un buen disgusto cuando el mayor le comunicó que no quería estudiar, pero todos acabaron, como poco, el bachillerato.
Mai aprovechó bien su formación. Estuvo trabajando en Cementos La Robla y en Hullera de Sabero. En esta última empresa fundo la revista “Castillete”, en la que dio la posibilidad a todo aquel que tenía inquietudes y dotes para la escritura de publicar sus artículos. También se encargaba de la organización de las colonias de verano para hijos de los trabajadores. “Aún hoy, la recuerdan y siguen preguntando por ella”, comenta Fede con cierto punto de orgullo en la voz.
Siempre fue una mujer inquieta, trabajadora y muy activa, a quien, además, le gustaba viajar. “Llegó a ir a Roma a conocer al Papa”, nos cuenta Fede, “¿a Juan Pablo II?” “no, no a Pablo VI”. También solía hacer excusiones con sus amigas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Lleva dos años en Tercera Actividad y, al principio, cuando llegó, entraba en los despachos para ofrecer su ayuda al equipo. Hoy, su movilidad se ha visto reducida, por la edad y por una operación de cadera; su mente tampoco es ya lo que era, pero sus ojos y su sonrisa gritan que Mai sigue estando ahí, quizá, un poco más distante, pero igual de afable, cariñosa y cercana.


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