Lleva poco más de un año en Tercera Actividad León. Siempre fue un hombre independiente y trabajador, a quien le gustaba cuidar de los suyos. Hoy, Florencio, recuerda con mayor facilidad su infancia que su día a día. Su mente le lleva con frecuencia a Aldea del Puente, su pueblo.

“Mi padre se ha pasado toda la vida trabajando”, nos cuenta Milagros, una de sus hijas, “su madre murió siendo él muy pequeño y es algo que le marcó mucho. Vivió con su padre, su hermana Petra, que era monja, y sus abuelos paternos”. A Florencio, no le gustaba estudiar, prefería ir al campo a ayudar a sus padres y, quizá, por eso, en cuanto acabó la escuela, se puso a trabajar. “Teníamos vacas y ovejas, también cultivábamos garbanzos u otras legumbres para comer”, recuerda.

“Cuando no estaba en el campo, estaba con mis amigos y con mis primos jugando a juegos muy divertidos como el rastro, el frontón o a las cartas. También hacíamos alguna que otra trastada y nos encantaba ir al río a pescar cangrejos. Los cogíamos a mano, antes no había reteles ni nada de eso”.  En verano, solían ir a las fiestas de pueblos vecinos en bicicleta y así conoció a la que sería su mujer, Asunción, natural de Villamondrín de Rueda. “Era la chica más guapa del pueblo”, asegura. Se conocían de toda la vida, como quien dice, y acabaron casándose. Tuvieron un hijo, Saturnino y tres hijas, Milagros, Camino y Margarita.

Fueron muy felices juntos y, según nos cuentan quienes los conocieron, “Florencio sentía verdadera devoción por Asunción” y es que ella era “su apoyo, la espina dorsal de la familia”. Cuando se jubilaron pasaron muchos veranos en Valencia con sus hijas y disfrutaron de la playa, del sol y de la vida en común. Ella se fue para siempre hace cuatro años, se la llevó una neumonía. Florentino siguió viviendo solo un tiempo en su casa de León. “Se las arreglaba bastante bien”, explica su hija, “él hacía la compra y la comida, aunque mi hermana y yo le visitásemos a diario”. Hoy, siguen haciéndolo, van a verle tanto como pueden, aunque ya no a su casa de León, sino al que se ha convertido en su nuevo hogar, nuestro centro Tercera Actividad, donde se encuentra “encantado y perfectamente adaptado”.