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Nuestro equipo: Javier García

Nuestro equipo: Javier García

Javi García, Tercera Actividad Aguilar

Estudió F.P. Agrícola en la especialidad de explotaciones agropecuarias. Trabajó en el servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León y, posteriormente, en la Confederación Hidrográfica del Duero hasta que comenzó su relación con la Fundación Santa María la Real y con Tercera Actividad Aguilar, hace ya más de dos décadas. Hoy es el responsable de mantenimiento del centro y, a lo largo de este tiempo, gracias a su buen hacer y a su simpatía, se ha ganado el cariño y la confianza de compañeros y residentes.

Javi completó su formación con la realización de varios cursos especializados en materias como «Seguridad e higiene en el trabajo» o «Mecánica, electricidad y explotaciones forestales”. Enseñanzas que le han venido muy bien en su día a día en Tercera Actividad, donde ha de hacer un poco de todo. “Primero recalé en el programa de Escuelas Taller – recuerda – acababa de salir de una pausa laboral remunerada, tras haberme dedicado tres años al cuidado de mi hijo”. En el programa de Escuelas Taller impartió varios cursos de jardinería a alumnos de la Escuela de Medio Ambiente.

De ahí, pasó a un taller de empleo que sirvió para convertir el antiguo colegio de los Italianos de Aguilar de Campoo, en Tercera Actividad, el centro de atención a personas mayores que la Fundación gestiona en la villa galletera. “Al acabar la reforma del edificio, la que iba a ser su directora, Marimar, me propuso quedarme para llevar el mantenimiento. Con lo que llevo aquí ni más ni menos que 24 años, ¡toda una juventud!”, comenta entre risas.

“Los principios fueron duros porque había que dar viabilidad al edificio. Tuve que cambiar el chip para empezar a reparar cosas deterioradas, gestionar el consumo energético, mejorar ciertas infraestructuras y adaptarlas a su uso, y, sobre todo, y lo más importante, hacer que mis queridos abuelos se sintieran igual o mejor que en sus casas”. Vaya si lo consiguió, desde el inicio de su trabajo, era frecuente verlo acompañado de algún residente, “pasa un poco como en las obras de los pueblos, te ven haciendo algo y se acercan para comentar y darte consejos”, cuenta.  

Su trato cercano, personalizado y afable, le ha convertido en “amigo” de muchos de ellos. Él mismo reconoce que en el centro son “más que una familia”, dado que pasan más tiempo allí que en su propia casa. “Dedico mi jornada laboral a algo más que a solventar problemas de índole material, llevando el mantenimiento del edificio, también pongo mi granito de arena para que ellos se encuentran lo más cómodos posible. Misión que logra a base de simpatía, paciencia y buen humor.