Felisa es natural de Pozancos. A sus 85 años, asegura que no le da miedo la soledad; más bien todo lo contrario, a menudo la busca porque le encanta leer, rezar, dibujar o, simplemente, meditar. Lleva casi tres años en Tercera Actividad Aguilar, llegó junto a su hermano Gaudencio y disfruta de la visita de sus sobrinas y de todas y cada una de las actividades que le proponen en el centro.
Lleva un rosario colgado al cuello. Le pregunto si es religiosa y no lo duda ni un instante, “me gusta mucho rezar e ir a misa”, afirma, “yo nunca fui de novios, ni casamientos, prefería ir a la iglesia”. Quizá por eso, nunca llegó a casarse. Vivió toda su vida en Porquera, primero junto a sus padres y sus tres hermanos y, después, junto a uno de éstos, Gaudencio, también soltero.
Nació con un defecto en los pies. Hoy se mueve en silla de ruedas, pero durante toda su vida ha mantenido su independencia y autonomía. “No podía ir al campo a trabajar, pero me ocupaba de la casa, mientras mis padres y mis hermanos cuidaban de la tierra”. Planchaba, hacía comida, barría y, cómo no, cosía. “Mi madre me apuntó a un taller de costura en Aguilar, aprendí a cortar y coser patrones”. Aunque lo que más hizo, sin duda, fue remendar ropa, “¡vivía con cuatro hombres, figúrate!, no me faltaba qué hacer y, antes, se aprovechaban más las cosas que ahora, si algo estaba roto o descosido, se zurcía y se arreglaba”, recuerda.
Le encantan los animales, “teníamos vacas, bueyes, chones y gallinas”, tampoco decía que no a dar un paseo con las amigas del pueblo o a charlar con los vecinos, “aunque soy más bien seria, también me gusta hablar”. Llegó a Tercera Actividad, junto a su hermano Gaudencio, tras diagnosticarle a éste un cáncer, “siempre habíamos estado juntos” y así vivieron en Tercera Actividad, hasta que él falleció. Felisa le echa en falta, pero se siente acompañada por sus sobrinas: Esther y Marta, “una vive en Mataporquera y la otra en Reinosa. Vienen a visitarme siempre que pueden”.
Aunque añora su pueblo y a su familia, aquí es feliz. No solo recibe la visita de sus sobrinas, cuenta con el apoyo del personal del centro y participa activamente en las actividades de intercambio generacional, como las que han realizado con el colegio San Gregorio. De hecho, nos muestra orgullosa el cuaderno de actividades personalizado que le regaló uno de los alumnos y que ya casi ha completado. “Lo hago por las tardes, me entretiene mucho”. Otra de sus aficiones es ver películas en la tele que le regalaron sus sobrinas y leer libros, especialmente, obras religiosas como “El Drama de Jesús” o textos de meditación. Y es que Felisa no le teme a la soledad, muy al contrario, a veces, la busca para reencontrarse y estar en paz consigo misma. “Me gusta pensar, meditar y así, voy pasando la vida”.
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