Eva estudió Enfermería y pronto comenzó a trabajar en el ámbito sociosanitario.  Allí descubrió la terapia ocupacional y decidió ponerse manos a la obra y estudiarlo, compaginándolo con el trabajo. Obtuvo el título, pero lo dejó aparcado durante un tiempo y continúo su trayectoria como enfermera. Vinculada profesionalmente a las personas mayores y a la discapacidad, hace un par de años retomó la terapia ocupacional. Refrescó conocimientos, se puso al día y le surgió una oportunidad para dedicarse por entero a ello. Lleva cuatro meses en Tercera Actividad León ejerciendo como terapeuta ocupacional.

¿Qué hace exactamente? Facilitar la autonomía de las personas en sus actividades diarias y mejorar su calidad de vida. ¿Cómo lo logra? Mediante la ocupación y realización de actividades significativas para cada persona. “Es fundamental que seamos nosotros quienes nos adaptemos a sus necesidades para poder acompañarles adecuadamente”, asegura. Por ello, tiene un método de trabajo claro y sistemático.  “Parto siempre de una evaluación inicial a partir de la cual establezco unos objetivos y decido qué tipo de intervención voy a realizar: estimulación cognitiva, rehabilitación funcional, terapia sensorial, actividades básicas, asesoramiento en productos de apoyo o lo que requiera cada persona”.

Su metodología funciona y en el centro le están muy agradecidos, porque los progresos se ven día a día. “Lo que más valoro es el poder acompañar a la persona tan de cerca, poder conocerlos y formar parte de esta etapa de su vida”, afirma. Además, tiene claro que “la forma de trabajar de Tercera Actividad, su metodología y valores están actualizados y responden a las necesidades que van surgiendo conforme a la evolución de la sociedad y a la manera de entender este tipo de centros”. Se siente a gusto en su trabajo, por eso y por el equipo, algo que valora especialmente y de un modo muy positivo.

“Hay días en los que todo cuesta un poco más, personas que se van, personas que empeoran, y un simple gesto o una sonrisa hacen que sepas que merece la pena. El esfuerzo o el dolor que pueda suponer queda recompensado con ver que has contribuido al bienestar de esa persona”, concluye.